TEMPORIZACIÓN: Rescato un artículo escrito hace algunos meses porque creo que, aunque hemos salido de la gravedad - país (madroeconomía), en el ámbito de los ciudadanos de a pie (microeconomía) aún estamos en plena crisis y las reflexiones que se contienen están plenamente vigentes. Juzguen ustedes:
En el momento en que se escriben estas líneas
(septiembre de 2012), el clima económico – social de España es francamente
alarmante. Los índices bursátiles, día sí día no, en pérdidas, el riesgo país
con un ligero descenso después de tocar cifras record en los últimos días
(aunque por encima de los 500 puntos básicos), precios e impuestos al alza, el
consumo (lógicamente) contraído, desempleo próximo al 25% (con cifras
superiores al 45% en jóvenes) y un agujero en los balances de bancos y cajas
(procedente de la burbuja inmobiliaria) que se espera mitigar con un inminente
rescate europeo.
Desde hace meses todos los españoles somos conscientes de que somos más pobres y que el modelo de vida (estado del bienestar) al que estábamos acostumbrados (y logrado tras décadas de construcción) ha llegado a su fin…, aunque nos cuesta aceptarlo.
En efecto, partiendo de nuestra incorporación a la OCDE en 1962 (con la renta
per cápita más baja de todo los países miembros), en 20 años logramos
triplicarla, llegando a los casi 10.000 dólares al tiempo de nuestra entrada en
la Unión Europea.
Hoy, 30 años después y a pesar de la crisis, la mantenemos cercana a los
30.000. Como señala el propio SANTISO, salvo Corea del Sur, no hay ejemplo
similar de tan rápida transformación.
¿Cómo crecer?. Desde luego, no parece que podamos
aplicar la lapidaria consigna de UNAMUNO de principios del pasado siglo de ¡qué inventen ellos!. Más bien parece
que debe ser la investigación, la innovación y la creatividad las “armas” de
este empeño. De hecho, son justamente las pequeñas empresas de nueva creación
(las conocidas como start ups),
especialmente de base tecnológica, las que mayores índices de crecimiento
experimentan (son las llamadas “empresas gacela”, con un crecimiento anual superior al 20%).
Ideas originales, creativas y generadoras de empleo
no faltan, tal y como demuestran los numerosos proyectos que se presentan a las
incubadoras de empresas como Wayra de Movistar. Pero sí falta el
convencimiento, la apuesta económica, como salta a la vista con los poco más de
2 € por habitante que dedicamos al capital riesgo (muy lejos de los 70 $ USA) y
la continua y progresiva emigración al exterior de nuestro mejor talento,
incluso incentivado oficialmente (v.gr. Programa Eures).
Se hace preciso una aceptación del cambio de ciclo
generalizada por particulares, empresas y administraciones públicas, una
apuesta decidida por el “valor España” y un compromiso general para
reinventarnos, para hacer más con menos. Sólo así tendremos un futuro propio y
exportable, que es, a la postre, lo que nos permitirá crecer y salir del
estancamiento económico en el que nos encontramos inmersos.
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