domingo, 23 de febrero de 2014

La calidad como esencia de la empresa excelente: buenas prácticas en materia de calidad

En el actuar cotidiano de las empresas, éstas no se limitan a realizar lo que constituya el núcleo fundamental de su negocio (producir bienes, distribuir productos o servicios propios o ajenos, asesorar, etc.), sino que llevan a cabo múltiples actividades que trascienden al exterior de la empresa (contacto con proveedores, consumidores, administraciones públicas, sociedad, etc.) y que ponen de manifiesto la “personalidad” de dicha empresa, su marca, su forma de entender la actividad mercantil que realiza y que, a la postre, la distingue de su competencia.
 
Pues bien, entendido el término servicio en este sentido amplio de presentación al exterior de la aportación del valor que una empresa determinada ofrece al mercado en general y a los consumidores que constituyen el segmento de aquél al cual se dirige en particular, la calidad de dicho servicio vendrá determinada por dos factores: 

a)    de una parte, por el grado de eficacia y eficiencia con la que la empresa haga llegar “su valor” al mercado y así sea percibido por éste (especialmente por sus potenciales consumidores y, sobre todo, por su clientela), y

b)    de otra parte, por el nivel de satisfacción de necesidades y expectativas existentes en el mercado que la empresa logre alcanzar con su actividad.

Así, en definitiva, la calidad del servicio de una empresa es una cuestión tanto objetiva (cumplir con lo normalmente esperado en productos o servicios similares) como subjetiva (percepción por el consumidor o cliente de un valor de marca que “despierta” el consumo hacia esa empresa).

El nivel de calidad del servicio de una empresa se constituye así en su mayor valor, el que le posiciona en el mercado frente a su competencia. Por su entidad, dicho nivel se construye, desarrolla y mantiene desde todos los elementos de la empresa (trabajadores, equipo directivo, departamento comercial, call center, distribuidores, post venta, medios de comunicación, etcétera), dependiendo la calidad del servicio de la implicación de todos ellos en la oferta de valor de la empresa hacia el mercado.

Como notas esenciales o buenas prácticas en la calidad del servicio de una empresa, podemos destacar las siguientes:

1)     Detección de necesidades: Nunca está de más recordar que, salvo que la empresa actúe como monopolio u oligopolio (es decir, sin competencia), el éxito del negocio vendrá dado por la cobertura de las necesidades existentes de la forma más óptima para el consumidor, y no por imponer a éste la forma de negocio más rentable para la empresa. Este último es el caso de las empresas proveedoras de carburante de automoción: saben de la necesidad de su producto pero, como actúan en régimen de oligopolio y con precios fuertemente influidos por la carga impositiva, apuran la rentabilidad imponiendo el autoservicio y el rápido traslado al consumidor de las subidas del precio del barril de crudo, no así de sus bajadas.

2)     Conexión con expectativas: ¿Qué espera el consumidor cuando se acerca a nuestra empresa en busca de la cobertura de sus necesidades de productos y servicios?. Esta debería ser la pregunta que la empresa se debería hacer constantemente en función del entorno económico y social existente. Como ejemplo podemos citar, en el convulso mercado de la telefonía móvil, la “carta de intenciones” de la operadora virtual Masmóvil que, bajo el lema  la telefonía con sentido común es así, proclama que:

Tu ahorro nos hace mejores: Nuestro reto constante es esforzarnos para ofrecerte productos cada vez más competitivos. Eso nos ha convertido en el operador español de telefonía móvil más económico y ha conseguido que nuestros clientes ahorren hasta un 50% en su factura.

Después de una época de oligopolio entre las 3 operadoras tradicionales, la compañía virtual ha sabido conectar con el consumidor sabiendo detectar sus expectativas: buena cobertura (utilizando la red de una de las 3 grandes), trato personalizado y, sobre todo, precio (gran baza en el entorno actual).

3)     Anticipación: No sólo a la competencia en la cobertura de las necesidades del mercado, sino a las propias demandas de éste. Ello implica innovar, acaso inventar. Piénsese lo que ha ocurrido en el entorno informático con el almacenamiento de datos y la movilidad: particulares y empresas han intensificado el uso de la informática generando una ingente cantidad de archivos que es necesario almacenar y tener a disposición en cualquier momento y lugar. Conjugado con las redes inalámbricas y 3G, hace 5 años se amplió la memoria de los portátiles, llegando a superar la barrera de los 100 Gb; poco después se lanzaron al mercado los discos duros externos que, mes a mes, se iban haciendo más pequeños y ligeros; después vinieron las memorias flash con una capacidad en continuo crecimiento (hasta 64 Gb), para, hoy en día, hacer superfluo cualquiera de los otros dispositivos con la proliferación del llamado cloud computing, o trabajo en la “nube”, con servicios (incluso gratuitos como el de Dropbox hasta cierta capacidad) que nos permiten trabajar en movilidad desde cualquier dispositivo con conexión a Internet.

4)    Rapidez de respuesta: Tanto en las comunicaciones online como en las offline, los consumidores acuden a las empresas en busca de información y, es claro, que elegirán alguna de las propuestas más rápidas en contestar. O lo que es lo mismo: tan importante como un buen producto o servicio, es que éste se ponga a disposición del consumidor en el menor tiempo posible (o momento que cumpla con las expectativas de aquél).

5)    Facilidad de contacto: La implantación y generalización de las TICs hace imprescindible una presencia 24 x 365, lo que es posible a través de webs corporativas y call center: en unas y otros hay que ponérselo fácil al usuario, evitando links de rebote (que conducen a sitios insospechados) y listado telefónico de opciones interminables (que acabarían con la paciencia del bíblico de Job).

6)    Amabilidad y empatía: Calidad y calidez de presencia en el trato y en el tono dentro de un entorno amable, es lo que a cualquier persona le gusta encontrar en su relación con el exterior: concienciemos al personal de nuestra empresa de la importancia de ello. Cultivemos las buenas experiencias en el tiempo que nuestros usuarios nos dedican al acercarse a nuestro servicio telefónico, nuestra web, nuestr correo electrónico o nuestras oficinas o establecimientos. Interesémonos por su problemática, escuchemos con interés, prestemos la ayuda que esté en nuestra mano. Convertir a un usuario en cliente y fidelizar a éste, dependerá, no nos quepa duda, de la generosidad y esmero que pongamos al tratarle.

7)     Transparencia: Cumpla con las expectativas generadas en el cliente, sin escudarse en letras pequeñas que le quitarán a su empresa tanto la responsabilidad del fallo como el cliente: éste no le perdonará el engaño, la mentira. Siguiendo con el ejemplo de Masmóvil, la operadora dice en su web:

Nos interesa decirte siempre la verdad: Sabemos que es importante que estés bien informado, por eso somos claros con el precio de los productos y luchamos contra la letra pequeña. Nos gusta ser transparentes y que cada cliente conozca la tarifa que más le conviene. En MÁSMÓVIL nunca te sentirás engañado porque somos los primeros que queremos que estés satisfecho.

8)     Ausencia de problemas para el cliente: A los 10 mandamientos de la religión cristiana, un sacerdote y periodista español, J.L. MARTÍN DESCALZO, añadía un undécimo mandamiento: NO MOLESTAR. No molestemos a nuestros clientes con nuestros errores e incompetencias (que todos los podemos tener), con nuestros fallos que den lugar a segundos avisos por reavivarse el problema mal resuelto: si queremos que confíen en nosotros, una sola comunicación del problema debe bastar. La solución del problema y de sus pormenores, entran dentro de nuestros honorarios.

9)     Siempre dar algo más de lo esperado: Sorprendamos a nuestro usuario o cliente con algo que supera las expectativas que se ha creado (o le hemos creado) de nuestros productos y/o servicios. Ese “algo” que nos distingue de nuestra competencia y que el cliente valora, puede ser algo tangible (un detalle de cortesía) o intangible (un trato exquisito).

10) Buena comunicación: No basta con hacer las cosas bien, también hay que saberlo comunicar. No basta con corregir los errores cometidos, también hay que saber comunicar al cliente nuestro reconocimiento del fallo y la petición sincera de disculpas. Todo ello con humildad y simpatía, tanto para lo bueno como para lo malo. En ambos casos, el cliente tendrá una buena experiencia relacional.

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